El origen de este
trabajo surgió a partir de los problemas que me encontré durante el desarrollo de
mi profesión como preparador físico en un equipo de fútbol.
Después de dos
temporadas consecutivas en el mismo club de fútbol, en la segunda temporada tuvimos, en comparación
con la primera, un aumento del nº de lesiones musculares, un aumento del nº de
sobrecargas musculares durante el partido que impedían al jugador entrenar y/o
competir, y un aumento del tiempo de recuperación post-partido. Además de estos datos
objetivos, obtuvimos otra serie de datos subjetivos, como fuel el caso de una
mayor percepción subjetiva del esfuerzo en general tras partidos jugados en
campos de césped natural en comparación con los partidos jugados en campos de
césped artificial, y una mayor percepción subjetiva de fatiga muscular durante
las segundas partes en los partidos jugados en campos de césped natural en
comparación con los partidos jugados en campos de césped artificial.
Ante estas
circunstancias, decidimos analizar todos los posibles factores que, en nuestra
opinión, pudieron haber sido relevantes. Además de en otros factores, pusimos
nuestro centro de atención en las superficies de juego ya que durante esta
temporada realizábamos los entrenamientos en un campo de césped artificial y
competíamos en campos de césped natural, a diferencia de la temporada anterior
en la que entrenábamos y competíamos en césped natural.
Debido a esta situación
nos planteamos una serie de preguntas que se pueden resumir en dos. Por un
lado, ante una misma carga externa, ¿se producen variaciones en la carga
interna tras un esfuerzo máximo, en función de si dicha carga externa se lleva
a cabo en césped natural o artificial?, y, por otro lado, al entrenar
habitualmente en césped natural ó en césped artificial, ¿se producen
adaptaciones diferentes?.
Para intentar dar
solución a estas preguntas, realizamos una revisión bibliográfica de los
estudios que comparaban estos dos tipos de superficie, encontrando que no se
producían diferencias en cuanto al número de lesiones a excepción de un mayor
número de esguinces de tobillo en los campos de césped artificial. También
encontramos que se producía un aumento del riesgo de lesión cuando los
futbolistas alternan de una superficie de juego a otra. Finalmente, encontramos
un estudio en el que futbolistas acostumbrados a entrenar habitualmente en
césped natural reflejaban, por medio de cuestionarios, que jugar los partidos
sobre césped artificial requería un esfuerzo físico mayor que jugarlos sobre
césped natural. Sin embargo, no encontramos estudios que realizaran
valoraciones objetivas para determinar el nivel de fatiga o las adaptaciones producidas en los
futbolistas en una superficie u otra.
Por lo tanto, ampliamos
la revisión bibliográfica a los estudios que comparaban otras superficies con características
diferentes, encontrando:
- - superficies con mayor complianza dan lugar a un aumento de la fatiga en comparación con superficies con mayor grado de stiffness.
- - se producen adaptaciones diferentes al entrenar de forma regular en superficies con distintos niveles de rigidez.
- - En estudios en los que se ha utilizado diferentes tests de salto vertical, se producen:
· adaptaciones de los patrones de
movimiento durante el salto a las características particulares de cada
superficie.
· un descenso de la altura del salto vertical
en las superficies con menor grado de rigidez.
· un aumento del rango del movimiento
durante la batida en las superficies con menor grado de rigidez.
Tras esta revisión, y
con el objetivo de dar respuesta a nuestras preguntas, decidimos realizar un
test de salto máximo con contramovimiento (CMJ) en tres superficies diferentes:
Superficie rigida, césped artificial y césped natural. Dichos tests los
ejecutamos con la ayuda de una plataforma de fuerza.
Para obtener más
información del estudio, pinchar sobre el siguiente enlace:
En cuanto a los
resultados, de forma general, se observó, por un lado, que en el Pico máximo de
potencia se produjeron diferencias significativas entre las 3 condiciones,
dando lugar a un descenso de la potencia en la superficie de césped natural en
comparación con la de artificial, y, por otro lado, durante la batida, se
produjo un menor Índice de stiffness y un mayor descenso del CG sobre la superficie
de césped natural.
Estas diferencias
encontradas fueron debidas, posiblemente, a los distintos grados de deformidad de
cada una de las superficies.
Una vez realizado el
experimento y analizado los datos, nos dispusimos a intentar responder a las
preguntas que nos planteamos en un principio, teniendo en cuenta la revisión
bibliográfica mencionada anteriormente y los resultados de nuestro estudio:
¿Se
producen variaciones en la carga interna tras un esfuerzo máximo, en función de
si la carga externa se lleva a cabo en césped natural o artificial?
Gracias a la revisión
bibliográfica realizada vimos que en estudios en los que se utilizaban
superficies de diferente rigidez, se producía, con forme aumenta la carga
externa, un descenso de la potencia máxima y un descenso del índice de
stiffness durante la batida que daba lugar a un mayor trabajo y coste energético
en la generación de fuerza. Por tanto, el hecho de haber encontrado en nuestro
estudio un menor índice de stiffness y un descenso de la potencia en el test
realizado en césped natural, nos hace pensar que ante un mismo esfuerzo máximo
se podría producir una carga interna mayor.
En cuanto a la segunda
pregunta:
Al
entrenar habitualmente en césped natural ó en césped artificial, ¿se producen
adaptaciones diferentes?
Para responder a esta
pregunta, pese a que el estudio
realizado no nos permite llegar a conclusiones objetivas, podemos pensar, que la
repetición habitual de esfuerzos darían lugar a distintas adaptaciones en
función de las características de la superficie (césped artificial ó natural),
como se ha podido observar en estudios realizados con otro tipo de superficies.
Después de este
fascinante proceso, llegaba el momento de transferir toda esta información a la
práctica real del entrenamiento.
Antes de comenzar con
este estudio, pensábamos que nuestros futbolistas estaban bien adaptados para
superar los esfuerzos que implicaba la competición ya que los diferentes
factores del entrenamiento eran similares a los de la temporada anterior, en la
que mantuvimos un buen estado de forma durante toda la temporada y los
problemas musculares fueron escasos. Pero, sin embargo, tras competir sobre
césped natural se producía un número de sobrecargas musculares que no
preveíamos, la recuperación post-partido era mayor y la percepción subjetiva
del esfuerzo se incrementaba.
Tras la revisión
bibliográfica y la ejecución de nuestro estudio, pensamos que los esfuerzos
sobre césped natural presentan una carga interna mayor que los mismos esfuerzos
realizados sobre césped artificial y , por lo tanto, llegamos a la conclusión
de que, aunque los valores de carga externa utilizados en los entrenamientos
eran similares a los de la temporada anterior, el hecho de realizar los entrenamientos
en césped artificial de forma habitual producía que la carga interna fuera
menor y, en consecuencia, nuestros jugadores no estaban en las mejores
condiciones para competir en césped natural.
Por este motivo decidimos
aumentar la carga externa del entrenamiento con el objetivo de buscar valores
de carga interna similares a los que se producen al competir en césped natural.
Este aumento de la carga externa se puede realizar de diferentes formas, pero
en nuestro caso, concretamente, se decidió aumentar la carga de fuerza general
e incrementar los trabajos sobre superficies inestables, sin aumentar la
cantidad e intensidad de los impactos que tantos problemas provocan en
superficies más rígidas como es el césped artificial.
Somos conscientes que
tanto en las lesiones como en los resultados influyen multitud de factores
pero, al planificar y periodizar las cargas en función de las superficies de
entrenamiento y de competición, descendió el número de sobrecargas musculares,
el tiempo de recuperación post-partido y la percepción subjetiva del esfuerzo.
Por otro lado, conseguimos unos resultados por encima de las expectativas
marcadas a principio de temporada…………………….aportando nuestro granito de arena!.
Quiero dedicar este
párrafo a agradecer, por su paciencia y confianza, a todos los jugadores,
técnicos, empleados (en especial al jardinero por dejarme cortar un metro
cuadrado del campo de césped natural del estadio) y directivos del Écija Balompié
SAD de la temporada 2007/08. También
quiero agradecer a Xavier Aguado Jódar que me ayudara en todo el proceso y que
me facilitara, además de su sabiduría y conocimiento, el instrumental necesario
para realizar este estudio.
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